era una sabiduría que Pubilio Sirio, un moralista romano, reconocía ya en los años 90-40 a.C. Una persona pasa un tercio de su vida durmiendo. Como uno de los procesos corporales más naturales, el sueño es, sin embargo, a menudo objeto de discusión, reconocible por la frecuente pregunta: ¿Ha dormido bien? Al parecer, dormir bien no sólo es considerado esencial por la ciencia.
Sueño: descanso y actividad
El sueño sin movimientos oculares rápidos (NREM) es una especie de modo de espera. El ritmo cardíaco y la respiración se vuelven tranquilos y regulares. Los músculos se relajan. La presión sanguínea desciende. Esta fase representa el 80 por ciento del sueño. El 20 por ciento restante es más animado. Esta fase del sueño se conoce como Movimiento Ocular Rápido (MOR). Es la fase nocturna durante la cual soñamos. La respiración y el ritmo cardíaco irregulares son signos típicos. También se producen contracciones musculares involuntarias.
Comunicación nocturna
El sueño tiene un efecto relajante y vitalizante sobre el cuerpo. En la fase onírica, en cambio, la mente se relaja y se activa. Según C.G. Jung, el conocido psiquiatra suizo fundador de la psicología analítica, la comunicación con el subconsciente tiene lugar en nuestros sueños. Los sueños tienen un efecto en el estado de vigilia al encontrar soluciones a problemas y situaciones vitales.
A más edad, menos sueño
La cantidad de sueño varía según la edad y el estado. Los bebés duermen casi todo el día. Necesitan hasta 16 horas de sueño al día para descansar y regenerarse. Las abuelas, en cambio, duermen una media de sólo 5 a 6 horas. La pauta general para un adulto es de 8 horas de sueño. Este tiempo se considera óptimo para mantener las funciones corporales sanas.
La susceptibilidad a las perturbaciones requiere atención plena
La calidad del sueño es un concepto frágil que depende de la interacción de una gran variedad de factores. Los trastornos del sueño tienen un impacto significativo en la salud. Dormirse tarde, frecuentes fases de vigilia durante la noche y, en el peor de los casos, insomnio, impiden el tan necesario descanso de cuerpo y mente.
¿Un círculo vicioso?
Según las conclusiones del psicólogo e investigador del sueño Rubin R. Naiman, la falta de sueño puede remontarse a un estilo de vida desfavorable. El resultado es un deterioro de los procesos físicos, mentales y espirituales.
La falta de sueño afecta a su vez al metabolismo. Los estudios demuestran que los niveles elevados de azúcar en sangre se reducen significativamente más despacio tras unas pocas noches con 4 horas de sueño debido a una alteración en la respuesta de la insulina. El riesgo de desarrollar diabetes aumenta considerablemente. Según otros estudios, las personas que duermen poco parecen consumir más alimentos ricos en calorías. Por tanto, también existe una relación entre la falta de sueño y la obesidad.
Estímulo y respuesta
El estrés, el elevado consumo de café, la nicotina y una dieta poco saludable son algunos de los principales factores que impiden un sueño reparador. La sobrecarga de estímulos debida a la necesidad permanente de procesar información está a la orden del día debido a Internet y a la amplia participación en las redes sociales. Si faltan fases de descanso, el cuerpo y la mente no pueden desconectar. El estrés permanente impide un sueño reparador.
Higiene del sueño
es el uso de comportamientos adecuados que permitan un sueño reparador. El objetivo final es prevenir enfermedades como la diabetes, la obesidad y la hipertensión arterial.
La meditación es un medio probado para calmar los procesos de pensamiento y aliviar el cerebro. Los trastornos de ansiedad, que tienen un impacto significativo en los patrones de sueño, pueden así controlarse y eliminarse. Las actividades físicas favorecen la fatiga y reducen los trastornos del sueño. Limitar la ingesta de tóxicos como la cafeína y el alcohol puede tener un gran efecto. Dado que el cuerpo necesita descansar por la noche para hacer su trabajo de curación, es aconsejable evitar las comidas tardías y especialmente las pesadas.
Encontrarse con uno mismo
Establecer rutinas cada noche indica al cuerpo y a la mente que es hora de desconectar. Antes de dormir, empieza la preparación para el sueño. Beber tranquilamente una taza de té de hierbas, dedicar tiempo a la lectura, darse un baño reparador que provoque un agradable cansancio... son formas de decirle al cuerpo que el día está llegando a su fin.
Los momentos en que la atención de las personas se ve continuamente exigida, cuando una avalancha de información desborda la capacidad del cerebro para absorber información, requieren un espacio para la reflexión sobre uno mismo.
¿Ropa de cama ecológica?
¿Por qué no? El Deep Green Sleep TM es un concepto propugnado por el Dr. Rubin R Naiman para mejorar el sueño. Profundo se refiere al proceso de quedarse dormido, Verde al entorno óptimo del sueño.
Un buen colchón es importante para aliviar la espalda. La ropa de cama con materiales confortables como la lana, el algodón orgánico o el látex natural evitan que los irritantes desagradables afecten al sueño. La ropa de cama verde es un recordatorio pictórico de la necesidad de eliminar el smog del sueño (otros colores también sirven). Ventilar abriendo las ventanas, utilizar filtros de aire artificiales, mantener plantas de interior como la palmera areca, el bambú o el árbol del caucho son las medidas para mejorar los factores ambientales, para un sueño sano y reparador.