Como todos sabemos, el ojo come contigo. Por lo tanto, coma en platos pequeños, así incluso las porciones más pequeñas parecerán más. Este truco visual le dice a su subconsciente que ha comido una ración grande, cuando en realidad la comida era mucho más pequeña. Así que si reduce conscientemente sus raciones en una pequeña cantidad -por ejemplo, de 600 kilocalorías a 500- ahorrará mucho en pocas semanas. Su silueta saldrá ganando.
Las investigaciones científicas también demuestran que la velocidad a la que se come influye en los niveles hormonales de la sangre. Cuanto más tiempo se tarda en comer, más hormonas inhibidoras del apetito hay en la sangre después de la comida y más tiempo se permanece saciado.
Son sólo pequeños cambios, pero pueden suponer una gran diferencia. Los comedores lentos suelen necesitar raciones mucho más pequeñas para sentirse saciados. En cambio, los que comen rápido tienen el doble de riesgo de padecer sobrepeso. Así que tu lema debería ser: ¡comida lenta en lugar de rápida!